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martes, 9 de septiembre de 2025
La corrupción también ensucia nuestras calles por Olga Bertinat de Portillo
La basura que invade baldíos, costados de rutas y barrios no surge de la nada: es el resultado de la corrupción y la falta de control en las instituciones que deberían velar por la limpieza y el orden. Hoy cualquiera, con un auto o un motocarro, se convierte en “recolector” improvisado, transportando residuos sin ningún tipo de regulación. Lejos de resolver el problema, esta práctica agrava la crisis ambiental, pues gran parte de esos desechos termina abandonada en lugares indebidos, contaminando suelos, arroyos y el aire que respiramos.
Detrás de este descontrol hay una complicidad silenciosa: autoridades que miran hacia otro lado, funcionarios que permiten que el negocio de la basura se convierta en un terreno fértil para la ilegalidad. El precio lo pagamos todos, con barrios más sucios, focos de enfermedades y una imagen degradada de nuestras ciudades.
Es urgente poner fin a esta impunidad. La basura debe ser gestionada por empresas o cooperativas autorizadas y fiscalizadas, no por improvisados que convierten cualquier vehículo en un basurero móvil. Para ello, se necesitan castigos ejemplares: multas económicas fuertes y sanciones efectivas para quienes realicen este tipo de actividad ilegal.
La limpieza de las calles no es un lujo, es un derecho ciudadano. Mientras la corrupción siga permitiendo que cualquiera tire los desechos donde quiera, viviremos en ciudades más contaminadas y menos dignas. Exigir transparencia, control y sanción es el primer paso para cambiar esta realidad.
Foto extraída de: ABC Color Asunción: Basural en las inmediaciones del puente Héroes del Chaco.
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