domingo, 23 de enero de 2022

El colapso de las abejas

 El universo de las abejas (Apis mellifera L.) es sin dudas fascinante: miles de ellas habitan una colmena y realizan diferentes trabajos en una sincronía que llega a la perfección. Si consideramos que esta especie es vital polinizadora de los vegetales, podríamos comenzar a desesperarnos pues este insecto va desapareciendo y de su conservación depende nuestro futuro.

Si bien los científicos plantean varias teorías que explican su disminución, aún no pueden afirmar con exactitud cuál es la causa principal Una de ellas apunta a la utilización excesiva de productos químicos utilizados en la agricultura (insecticidas, herbicidas, etc.). Otra es la utilización de aparatos celulares, cuyas señales pueden crear confusión en el sentido de orientación de las abejas que no pueden regresar a la colmena, lo que causa su muerte en el campo.

La cantidad de pesticidas (30 diferentes) encontrados en el polen recolectado, evidencia que el problema es mucho mayor de lo que pensamos. A todo esto se suma la deforestación masiva y la falta de cumplimiento de leyes ambientales que hace que las especies melíferas sean escasas lo que reduce el alimento de las abejas. Con hábitats degradados y sin políticas de protección es imposible pensar en un futuro con alta diversidad biológica de especies vegetales y de insectos.

De acuerdo a investigaciones, en el mundo hay alrededor de 17.000 especies de abejas. De ellas, muchas han desaparecido y otras están en peligro crítico. Según la investigadora y docente Concepción Ornosa de la Universidad Complutense de Madrid "En la Península Ibérica ya no existen algunas que había hace 30 años". Ella asevera que este declive puede hacer que desaparezcan numerosas especies vegetales dependientes de estos polinizadores, lo que afecta directamente a nuestra alimentación.

Si bien en Paraguay contamos con la Ley 665/77 de Apicultura faltan medidas más duras para hacer cumplir la Ley que en su artículo primero expone cuanto sigue:

ART 1º “DECLÁRESE A LA APICULTURA COMO UNA ACTIVIDAD ECONÓMICA Y SOCIAL, DEBIENDO PROTEGERSE A LA ABEJA DOMÉSTICA COMO INSECTO ÚTIL Y A LA FLORA MELÍFERA COMO RIQUEZA NACIONAL”

La ley es clara y beneficiosa para las abejas y para la flora melífera; pero la voluntad política es negligente, pues la ley no se cumple y no pasa nada: no se aplican multas, no hay castigos, absolutamente nada.

Trabajando con abejas en Nueva Alborada
Un factor que ayudaría mucho en la conservación de las abejas sería la preparación técnica de los bomberos; para que el rescate y traslado de enjambres a lugares seguros, tanto para las abejas como para las personas, quede a cargo de ellos.

Es importante recordar que en los meses más calurosos las abejas suelen salir de sus nidos o colmenas: es lo que se denomina enjambrazón y ellas no saben que los lugares que eligen para instalarse pueden ser inapropiados. Simplemente se instalan y la gente les tiene miedo por sus picaduras y no encuentran “mejor manera de eliminarlas” querociándolas con insecticidas en spray o quemándolas sin saber que estos hechos  son considerados delitos.

El Programa Nacional de Apicultura y Meliponicultura (PRONAM) es un programa que se encuentra vigente y se extenderá hasta 2020.Tiene como objetivo general “Incrementar en forma sostenida y sostenible la competitividad y productividad de la producción Apícola y Meliponícola”.

Recordemos que tan sólo en caso de que se críen abejas del género Apis se denomina apicultura(cuando tienen aguijón).La meliponicultura es la crianza de las abejas meliponas o abejas sin aguijón.

Es esperanzador saber que existen programas nacionales que puedan revertir la situación catastrófica de las abejas y así contribuir con la sobrevivencia de las mismas.

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