sábado, 4 de noviembre de 2017

“Estamos en Paraguay”*


Los titulares nos asombran con la noticia de que ha habido un brote de brucelosis en un hato  de cabras  y   varias personas han contraído esta grave enfermedad.
Podría esperarse un desenlace de esta índole en algún lugar remoto del país, donde las normas de bioseguridad no se aplican  por falta de conocimiento; pero es absurdo e indignante  que el contagio  haya ocurrido justamente en la Facultad de Ciencias  Veterinarias de la Universidad Nacional de Asunción.
Las cabras proveen una leche rica en nutrientes y generalmente es consumida por personas enfermas, que buscan en este alimento una mejoría para sus dolencias; por ello es utilizada en la alimentación  de niños alérgicos  o personas con úlceras digestivas. Las personas que realizan tratamientos de quimioterapia la utilizan  para disminuir las reacciones secundarias que éstas producen como lo son la caída del pelo y los vómitos.
 La leche de cabra vendida en la Facultad de Ciencias Veterinarias no estaba en condiciones de ser vendida y  pudo haber causado en las personas que la bebieron, en vez de un alivio a sus padecimientos, una grave enfermedad que arrastrarán de por vida.
 Según las informaciones publicadas en los medios, los directivos de esta casa de estudios tenían conocimiento del brote de la enfermedad y no tomaron las medidas correspondientes a tiempo y siguieron vendiendo la leche de las cabras infectadas.
No sé si es el momento de buscar culpables o si es  momento de reflexionar y hacer un análisis de este tipo de  situaciones desastrosas que ocurren en diferentes ámbitos y dependencias del país.
Somos el país del día después, siempre se espera  que suceda lo peor para tomar medidas.  Esperamos que ocurran los hechos en vez de prevenirlos y no lamentarnos  más tarde.
En Ciudad del Este por ejemplo, en la Avenida Los Lapachos, hay un árbol corpulento en la vereda, pero está seco, en cualquier momento puede caer, sin embargo los responsables de cortarlo esperan y postergan la acción  quizás esperando que caiga sobre algún vehículo y que mate a alguien.
Cuando pienso en tantos hechos que podrían haberse evitado, recuerdo la novela de Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada” donde se advertía sobre la muerte del  joven Santiago Nasar (sin él saberlo). El pueblo entero  tenía conocimiento que lo matarían sin embargo  nadie impidió su muerte.
Aquí en Paraguay somos poseedores de varias “muertes anunciadas”; lo de las cabras y la brucelosis es apenas una muestra de nuestra idiosincrasia de actuar al día siguiente y para muestra basta un botón.
Algunos como chiste comentan: “Estamos en Paraguay”,  como queriendo reforzar la idea de que aquí no hay otra opción; debe estar mal porque estamos en Paraguay.
Nos acostumbramos al vai vai,  a lo mal hecho, al mal proceder;   sin la responsabilidad de hacer o actuar bien, quizás porque sea más fácil, por desidia o por ignorancia,  pues ese actuar mal se transforma en hábito y se esparce en todas las áreas de nuestro cotidiano.
Tenemos chapuceros en medicina, en albañilería, en abogacía, en ministerios, en facultades, en la dirigencia del país…y la lista sigue y es abultada.
Ojalá  podamos salir de este círculo perverso  de chapucería para evitar que casos como el de la brucelosis estremezcan a la ciudadanía; y que esta historia se recuerde  como  una de  las  historias más absurdas  del Paraguay del siglo XXI.
                                                                                                
*Publicado en el Diario La Nación el viernes 3 de noviembre de 2017 






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