viernes, 30 de noviembre de 2012

Taller Literario Bilingüe : Textos Escogidos

    Participé de un taller literario. Fue genial; dictado por la escritora Susy Delgado. ¡Qué bien habla en guaraní! Sus poesías son magníficas.
    En esas clases escribimos varios ejercicios y uno de ellos me pareció interesantísimo. Teníamos que elegir el primer verso de alguna canción y a partir de allí escribir lo que se nos viniera a la cabeza...¡y así lo hice! sin imaginarme que lo que me salió en ese momento  se publicaría en este libro que reunió la producción de los 18 escritores participantes del taller. Yo elegí el primer verso del poema "Cantares" de Antonio Machado, cantado por Joan Manuel Serrat... que dice: "Todo pasa y todo queda...*" y aquí va lo que salió:



Todo queda

Todo pasa y todo queda*
Pero lo nuestro quedó
Sobreviviendo a la afrenta
Al sollozo y  al dolor.

No llores querido mío
Ya tú me tienes aquí,
Cubriendo tus manos frías
Que no huelen más que a ti.

Nunca más estarás solo,
Nunca más me alejaré
Siempre estaré aquí contigo
Siempre en ti me arroparé.

Acariciando tu  frente,
O envolviendo tu figura,
Muriendo por inclemente
Muriendo con amargura.

¡Oh! ¡Traición vil y malvada!
Que me has hecho sucumbir
No me arruines más la vida
¡Sólo te pido vivir!

Yo no suelo escribir poesías, pero tenía una que había escrito hacía algún tiempo y la profesora Susy la eligió y también fue publicada. Se llama "Pena" y la había escrito un día que estuve muy triste. Dice así:


Pena

Una lágrima resbaló
 y rodó silenciosa;
atravesó los surcos
de la marcada tez,
y deslizándose
lentamente
llegó a la mesa.

Y   fueron llegando:
una,
luego otra
y otra...
dibujando en la madera
lagos tibios
transparentes y pequeños,
miniaturas de tristezas,
charquitos salados
de dolor...

Y la pena quedó allí,
muda,
inmóvil,
vana,
mísera,
convertida en nada...
¡La inmensa pena!

    Bueno...espero que les hayan gustado las poesías. También escribí un relato que fue publicado y me gusta bastante, ojalá que a ustedes también. Se llama "El hombre de la caja"


EL HOMBRE DE LA CAJA

               La rutina era como una rueda colosal que giraba en torno de la carpa, como que  sus peripecias no tuvieran principio ni final y que todos los pueblos fuesen el mismo pueblo.
Los parlantes estridentes transitando por las calles polvorientas anunciaban su llegada, pero nunca su partida. Al principio venían cada seis meses y sus trastos ocupaban diez vagones bien cargados contando los de los animales: traían leones, elefantes, tigres y caballos pequeños…Ya en las postrimerías  solían llegar una vez al año, apenas con tres vagones. La decadencia del circo era evidente, ya no traían animales y las atracciones de ahora consistían en una pareja de enanos, una mujer barbuda, un alfeñique  y un hombre que traían escondido en una caja espaciosa de madera, llena de orificios para que el personaje misterioso respirara.
 El enigma me cautivó enseguida, pero para poder verlo había que pagar el doble.

La noche de apertura estuve allí desde temprano. La gente se había aglomerado cerca de la boletería para sacar las entradas. ¡Era siempre así el primer día! Esperé en la fila hasta que la muchacha apareció y comenzó a venderlas.
Cuando llegó mi turno le dije: -Quiero  ver al hombre de la caja.  
Ella sin mirarme me cobró y me entregó la boleta y  con el brazo extendido me señaló hacia una carpa triangular bastante colorida, armada debajo de la carpa grande.
 Caminé hasta allí  y vi colgado sobre la puerta de lona plástica un letrero de cartulina con una inscripción que indicaba:
- ¡VEA AQUÍ AL HOMBRE ELEFANTE!
 Me paré delante de la puerta en silencio, esperando ansiosa para entrar y enseguida una voz gangosa que provenía desde adentro dijo:
-¡Adelante!
Levanté la lona y entré.  Fue cuando lo vi. Estaba sentado en una silla de espaldas hacia la puerta. Una luz lánguida alumbraba el espacio. Entonces el hombre se paró y se volteó despacio. Su aspecto me impactó y controlé fuertemente mis ganas de salir corriendo.
De la cara le brotaba una trompa carnosa, esponjosa y rosada; como la de un elefante espantado; sus ojos desorbitados por la deformidad, no consiguieron hallar los míos. Sin saber qué hacer ni qué decir, me di vuelta y salí aturdida del lugar.  
 No pude quedarme a ver la función, se me habían encrespado las ganas… y, desde ese día,  el circo dejó de ser divertido.



Foto del grupo de escritores con el Rector de la UNE Lic. Víctor Brítez y la escritora Susy Delgado en el acto realizado en el Salón Paraninfo del Rectorado de la Universidad Nacional del Este









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