(...) Con las Tradiciones, Palma abandona definitivamente la línea romántica; más aún, en lo sucesivo el romanticismo será frecuentemente blanco de sus sátiras. Una de ellas que sirve de prólogo, con el título de Carta tónico-biliosa a una amiga, a la segunda serie, dice en su comienzo:
¿Temes que exhale en sombrías
endechas el alma toda?
¡No! Ya pasaron de moda
los trenos de Jeremías.
Quede eso a los poetas
sandios, entecos, noveles,
que andan poniendo en carteles
sus angustias más secretas.
Y en la Cháchara, que precede a la tercera serie, insiste:
¿No es tontura quejarse porque mísero
encuentre, en el amor y la amistad,
escondida una almáciga de víboras?
¡Esas cosas son viejas como Adán!
Precisamente los que vierten lágrimas
en el papel, en mi concepto, son
contrabandistas del pesar, ridículos
histriones que remedan el dolor.
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