En esas clases escribimos varios ejercicios y uno de ellos me pareció interesantísimo. Teníamos que elegir el primer verso de alguna canción y a partir de allí escribir lo que se nos viniera a la cabeza...¡y así lo hice! sin imaginarme que lo que me salió en ese momento se publicaría en este libro que reunió la producción de los 18 escritores participantes del taller. Yo elegí el primer verso del poema "Cantares" de Antonio Machado, cantado por Joan Manuel Serrat... que dice: "Todo pasa y todo queda...*" y aquí va lo que salió:
Todo queda
Todo pasa y todo
queda*
Pero lo nuestro
quedó
Sobreviviendo a
la afrenta
Al sollozo y al dolor.
No llores querido
mío
Ya tú me tienes
aquí,
Cubriendo tus
manos frías
Que no huelen más
que a ti.
Nunca más estarás
solo,
Nunca más me
alejaré
Siempre estaré
aquí contigo
Siempre en ti me
arroparé.
Acariciando tu frente,
O envolviendo tu
figura,
Muriendo por
inclemente
Muriendo con
amargura.
¡Oh! ¡Traición
vil y malvada!
Que me has hecho
sucumbir
No me arruines
más la vida
¡Sólo te pido vivir!
Yo no suelo escribir poesías, pero tenía una que había escrito hacía algún tiempo y la profesora Susy la eligió y también fue publicada. Se llama "Pena" y la había escrito un día que estuve muy triste. Dice así:
Pena
Una lágrima resbaló
y rodó
silenciosa;
atravesó los surcos
de la marcada tez,
y deslizándose
lentamente
llegó a la mesa.
Y
fueron llegando:
una,
luego otra
y otra...
dibujando en la madera
lagos tibios
transparentes y pequeños,
miniaturas de tristezas,
charquitos salados
de
dolor...
Y la pena quedó allí,
muda,
inmóvil,
vana,
mísera,
convertida en nada...
¡La inmensa pena!
Bueno...espero que les hayan gustado las poesías. También escribí un relato que fue publicado y me gusta bastante, ojalá que a ustedes también. Se llama "El hombre de la caja"
EL HOMBRE DE LA
CAJA
La rutina era como una rueda colosal que
giraba en torno de la carpa, como que
sus peripecias no tuvieran principio ni final y que todos los pueblos
fuesen el mismo pueblo.
Los parlantes estridentes transitando por las calles polvorientas
anunciaban su llegada, pero nunca su partida. Al principio venían cada seis
meses y sus trastos ocupaban diez vagones bien cargados contando los de los
animales: traían leones, elefantes, tigres y caballos pequeños…Ya en las
postrimerías solían llegar una vez al
año, apenas con tres vagones. La decadencia del circo era evidente, ya no
traían animales y las atracciones de ahora consistían en una pareja de enanos, una
mujer barbuda, un alfeñique y un hombre
que traían escondido en una caja espaciosa de madera, llena de orificios para
que el personaje misterioso respirara.
El enigma me cautivó enseguida, pero
para poder verlo había que pagar el doble.
La noche de apertura estuve allí desde temprano. La gente se había
aglomerado cerca de la boletería para sacar las entradas. ¡Era siempre así el
primer día! Esperé en la fila hasta que la muchacha apareció y comenzó a
venderlas.
Cuando llegó mi turno le dije: -Quiero ver al hombre de la caja.
Ella sin mirarme me cobró y me entregó la boleta y con el brazo extendido me señaló hacia una carpa
triangular bastante colorida, armada debajo de la carpa grande.
Caminé hasta allí y vi colgado sobre la puerta de lona plástica un
letrero de cartulina con una inscripción que indicaba:
- ¡VEA AQUÍ AL HOMBRE ELEFANTE!
Me paré delante de la puerta en
silencio, esperando ansiosa para entrar y enseguida una voz gangosa que
provenía desde adentro dijo:
-¡Adelante!
Levanté la lona y entré. Fue cuando
lo vi. Estaba sentado en una silla de espaldas hacia la puerta. Una luz lánguida
alumbraba el espacio. Entonces el hombre se paró y se volteó despacio. Su
aspecto me impactó y controlé fuertemente mis ganas de salir corriendo.
De la cara le brotaba una trompa carnosa, esponjosa y rosada; como la de un
elefante espantado; sus ojos desorbitados por la deformidad, no consiguieron
hallar los míos. Sin saber qué hacer ni qué decir, me di vuelta y salí aturdida
del lugar.
No pude quedarme a ver la función,
se me habían encrespado las ganas… y, desde ese día, el circo dejó de ser divertido.
Foto del grupo de escritores con el Rector de la UNE Lic. Víctor Brítez y la escritora Susy Delgado en el acto realizado en el Salón Paraninfo del Rectorado de la Universidad Nacional del Este |
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