viernes, 23 de septiembre de 2011

Platero y yo IV MARIPOSAS BLANCAS



La noche cae, brumosa ya y morada. Vagas claridades malvas y verdes perduran tras la torre de la iglesia. El camino sube, lleno de sombras, de campanillas, de fragancia de hierba, de canciones, de cansancio y de anhelo. De pronto, un hombre oscuro, con una gorra y un pincho, roja un instante la cara fea por la luz del cigarro, baja a nosotros de una casucha miserable, perdida entre sacas de carbón. Platero se amedrenta.
-¿Va algo?
-Vea usted...Mariposas blancas...
El hombre quiere clavar su pincho de hierro en el seroncillo, y yo lo evito. Abro la alforja y él no ve nada. Y el alimento ideal pasa, libre y cándido, sin pagar tributo a los Consumos...
Foto"Mariposa" tomada por Melissa Rogers.

Qué fue la vida


Qué fue la vida
qué
qué podrida manzana
qué sobra
qué desecho.

Si era una rosa
si era
una nube dorada
y debió florecer
liviana
por el aire.

Si era una rosa
si era
una llama feliz
si era cualquier cosa
que no pese
no duela
que se complazca en ser
que sea fácil
fácil.

No pudo consistir en corredores
en madrugadas sórdidas
en asco
en tareas sin luz
en rutinas
en plazos.
No pudo ser
no pudo.

No eso
lo que fue
lo que es
el aire sucio de la calle
el invierno
las faltas varias las
miserias
el cansancio

en un mundo desierto.

Idea Vilariño

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Platero y yo III ALEGRÍA


Platero juega con Diana, la bella perra blanca que se parece a la luna creciente, con la vieja cabra gris, con los niños...
Salta Diana, ágil y elegante, delante del burro, sonando su leva campanilla, y hace como que le muerde los hocicos.Y Platero, poniendo las orejas en punta, cual dos cuernos de pita, la embiste blandamente y la hace rodar sobre la hierba en flor.
La cabra va al lado de Platero, rozándose a sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espadañas de la carga. Con una clavellina o con una margarita en la boca se pone frente a él, le topa en la testuz y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer...
Entre los niños, Platero es de juguete. ¡Con qué paciencia sufre sus locuras! ¡Cómo va despacito, deteniéndose, haciéndose el tonto, para que ellos no se caigan! ¡Cómo los asusta, iniciando, de pronto, un trote falso!
.......................................................................................
¡Claras tardes de otoño moguereño1 Cuando el aire puro de octubre afila los límpidos sonidos, sube del valle un alborozo idílico de balidos, de rebuznos, de risas de niños, de ladridos y de campanilla...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Platero y yo II PAISAJE GRANA

La cumbre. Así está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charco de aguas de carmín, de rosa, de violeta, hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado...La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
-Anda, Platero...

sábado, 17 de septiembre de 2011

Rima VIII Gustavo Adolfo Bécquer


Cuando miro el azul horizonte
Perderse a lo lejos,
Al través de una gasa de polvo
Dorado e inquieto,
Me parece posible arrancarme
Del mísero suelo,
Y flotar con la niebla dorada
En átomos leves
Cual ella deshecho.

Cuando miro de noche en el fondo
Oscuro del cielo
Las estrellas temblar, como ardientes
Pupilas de fuego,
Me parece posible a do brillan
Subir en un vuelo,
Y anegarme en su luz, y con ellas
En lumbre encendido
Fundirme en un beso.

En el mar de la duda en que bogo
Ni aun sé lo que creo;
¡Sin embargo estas ansias me dicen
Que yo llevo algo
Divino aquí dentro!...

Rima VII Gustavo Adolfo Bécquer

Del salón en el ángulo oscuro,
De su dueño tal vez olvidada,
Silenciosa y cubierta de polvo
Veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
Como el pájaro duerme en la rama,
Esperando la mano de nieve
Que sabe arrancarlas!

—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio
Así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!»

viernes, 16 de septiembre de 2011

Rima VI Gustavo Adolfo Bécquer

Como la brisa que la sangre orea
Sobre el oscuro campo de batalla,
Cargada de perfumes y armonías
En el silencio de la noche vaga;

Símbolo del dolor y la ternura,
Del bardo inglés en el horrible drama,
La dulce Ofelia, la razón perdida,
Cogiendo flores y cantando pasa.

Romancillo para una rana

Rana de ojuelos dorados
y fina voz de metal,
que a los líquenes adhieres
tu helada viscosidad.

Musiquita de la charca
que sueña con atrapar
el nenúfar de la luna
para ornar su soledad.

Noche a noche me desvela
tu mendicante croar,
corazón del agua presa
que agoniza entre el juncal.

Como los hombres del campo
tienes triste hasta el cantar;
por eso me duele tanto
tu elegía de metal.

La charca y el campesino
penas con raíz igual
-anhelo de mar y nubes,
anhelo de tierra y pan-,

la charca y el campesino
se hermanan en tu cantar;
por eso yo te comprendo
musiquita de metal...

SERAFÍN J. GARCÍA
(Uruguayo)


NOTA: SERAFÍN J. GARCÍA (1905-1985). Es uno de los más relevantes y originales valores literarios del Río de la Plata. Escritor nativista, sus obras en prosa y en verso, además de su carácter vernáculo entrañan un sentido de reivindicaciones sociales. Ha sido muy aplaudido por la crítica. Ha publicado los siguientes volúmenes. "Tacuruses", poemas gauchescos, "En carne viva", cuentos, "Tierra amarga", romances, del cual tomamos la producción inserta más arriba;"Burbujas", "Barro y sol" y "Asfalto", tres libros de cuentos; "Panoramas de la poesía del Uruguay" y "Panoramas del cuento nativista del Uruguay"

Rima V Gustavo Adolfo Bécquer

Espíritu sin nombre,
Indefinible esencia,
Yo vivo con la vida
Sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,
Del sol tiemblo en la hoguera,
Palpito entre las sombras
Y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
De la lejana estrella;
Yo soy de la alta luna
La luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
Que en el ocaso ondea;
Yo soy del astro errante
La luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbres,
Soy fuego en las arenas,
Azul onda en los mares
Y espuma en las riberas.

En el laúd, soy nota,
Perfume en la violeta,
Fugaz llama en las tumbas
Y en las ruïnas hiedra.

Yo atrueno en el torrente,
Y silbo en la centella,
Y ciego en el relámpago,
Y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores,
Susurro en la alta yerba,
Suspiro en la onda pura
Y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
Del humo que se eleva
Y al cielo lento sube
En espiral inmensa.

Yo, en los dorados hilos
Que los insectos cuelgan,
Me mezco entre los árboles
En la ardorosa siesta.

Yo corro tras las ninfas
Que en la corriente fresca
Del cristalino arroyo
Desnudas juguetean.

Yo, en bosques de corales,
Que alfombran blancas perlas,
Persigo en el Océano
Las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas,
Do el sol nunca penetra,
Mezclándome a los gnomos,
Contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
Las ya borradas huellas,
Y sé de esos imperios
De que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
Los mundos que voltean,
Y mi pupila abarca
La creación entera.

Yo sé de esas regiones
A do un rumor no llega,
Y donde informes astros
De vida un soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
El puente que atraviesa;
Yo soy la ignota escala
Que el cielo une a la tierra.

Yo soy el invisible
Anillo que sujeta
El mundo de la forma
Al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy ese espíritu,
Desconocida esencia,
Perfume misterioso
De que es vaso el poeta.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Rima IV Gustavo Adolfo Bécquer




No digáis que, agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira;
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;

Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías;
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;

Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a do camina,
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma,
Sin que los labios rían;
Mientras se llore sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;

Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;

Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Rima III Gustavo Adolfo Bécquer



Sacudimiento extraño
Que agita las ideas,
Como huracán que empuja
Las olas en tropel;

Murmullo que en el alma
Se eleva y va creciendo,
Como volcán que sordo
anuncia que va a arder;

Deformes silüetas
De seres imposibles;
Paisajes que aparecen
Como a través de un tul;

Colores que fundiéndose
Remedan en el aire
Los átomos del iris
Que nadan en la luz;

Ideas sin palabras,
Palabras sin sentido;
Cadencias que no tienen
Ni ritmo ni compás;

Memorias y deseos
De cosas que no existen;
Accesos de alegría,
Impulsos de llorar;

Actividad nerviosa
Que no halla en qué emplearse;
Sin rienda que lo guíe
Caballo volador;

Locura que el espíritu
Exalta y enardece;
Embrïaguez divina
Del genio creador...
¡Tal es la inspiración!

Gigante voz que el caos
Ordena en el cerebro,
Y entre las sombras hace
La luz aparecer;

Brillante rienda de oro
Que poderosa enfrena
De la exaltada mente
El volador corcel;

Hilo de luz que en haces
Los pensamientos ata;
Sol que las nubes rompe
Y toca en el cenit;

Inteligente mano
Que en un collar de perlas
Consigue las indóciles
Palabras reunir;

Armonïoso ritmo
Que con cadencia y número
Las fugitivas notas
Encierra en el compás;

Cincel que el bloque muerde
La estatua modelando,
Y la belleza plástica
Añade a la ideal;

Atmósfera en que giran
Con orden las ideas,
Cual átomos que agrupa
Recóndita atracción.

Raudal en cuyas ondas
Su sed la fiebre apaga,
Oasis que al espíritu
Devuelve su vigor...
¡Tal es nuestra razón!

Con ambas siempre en lucha
Y de ambas vencedor,
Tan sólo el genio puede
A un yugo atar las dos.

martes, 13 de septiembre de 2011

PRISIÓN Cuento de Olga Laura Bertinat Porro


Foto: Olga Laura Bertinat

Este cuento llamado "Prisión", fue publicado en la Edición Especial Nº 15 de la revista "El Tereré" que fue especialmente editada para la Libroferia de la ciudad de Asunción, Paraguay, realizada en el mes de mayo de 2011.


"El perro había sido un buen guardián toda su vida. Desde cachorrito había permanecido suelto y no conocía de sogas o ataduras. Un día, por un mal comportamiento, el dueño decidió encerrarlo en una jaula de barrotes afilados. Esa noche el pobre animal aulló durante horas; se sentía extraño en su nueva realidad de espacios y de trancas.
Pasaron los días y el perro enronqueció; su aullido, ahora apenas audible, parecía el susurro de un anciano. Sus ojos tras las rejas dejaron de brillar. Empezó a perder el pelo, se le cayeron las uñas y enflaqueció.
El dueño no se inmutó.

-¡Para que aprenda!

Un día, sus ojos comenzaron a cambiar. Se le achinaron, se le volvieron verdosos y ya no exhibía la mirada mansa que había tenido siempre.
Cuando aparecieron las gotas de sangre, fue todo un misterio. Pero luego se supo que durante las noches el animal se estropeaba las encías mordiendo los barrotes. Se le formaron llagas entre los dientes, y éstos se le gastaron de tanto limar los hierros.
El dueño tampoco se inmutó.

-¡Qué sufra!

El tiempo pasó de prisa y nadie se acordaba del perro enjaulado. Los niños, que antes lo colmaban de mimos y lisonjas; ya ni recordaban su encierro y no sabían de su angustia.
El dueño, que casi había olvidado el desliz del animal, lo mantenía en la jaula por un simple capricho humano.
Mientras tanto el perro ya no era el mismo: Se había transfigurado. Ya no exhibía los rasgos propios del animal. Ahora se asemejaba a un lobo, en el lugar de las uñas le habían crecido garras, los dientes gastados dieron espacio a colmillos afilados como diamantes y su pelaje marrón se volvió gris pardusco.
Vivió en el encierro durante varios meses, hasta que una noche, uno de los barrotes cedió al desgaste y el perro ganó la libertad. Agazapado y con su andar rasante recorrió el patio y se escondió entre unos matorrales. Esperó como espera un cazador, aguzó los ojos y los demás sentidos y aguardó el momento.
Durante el tiempo de la espera su instinto animal se transmutó en odio humano y supo lo que siente un ser humano cuando odia.
Sigiloso como todo predador, se acercó a la casa. Por una abertura se metió en ella y olfateó el sudor rancio que exhalaba su amo. En la penumbra del cuarto vio como la forma del cuerpo se movía lenta al compás de la respiración. De un salto se abalanzó sobre ella, y sus garras se hundieron en el pecho húmedo de transpiración, mientras sus colmillos se incrustaban en la yugular que transportaba el líquido rojo, que sin demora se volcó sobre las sábanas tibias, dejando escapar por ella la vida de su injusto dueño.
Las huellas de rubí de sus patas quedaron impresas en las baldosas y se fueron desvaneciendo en el patio, así como se esfumó de la memoria de todos, la reminiscencia de haber tenido un perro enjaulado".

lunes, 12 de septiembre de 2011

Corazón Edmundo de Amicis




"Corazón" Un libro bastante triste para una niña de 7 años. Un regalo de mi padrino Raúl Orestes Bertinat Allio. Presente de Navidad.
Con paciencia transcribiré las lecturas de "Corazón", "Platero y yo", "Germinación", "Rimas y Leyendas", en fin, es una manera de caminar lado a lado con mi pasado, aquí en el presente. Buen día para todos.

domingo, 11 de septiembre de 2011

I PLATERO


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas...
Lo llamo dulcemente: "¿Platero?" y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña..., pero fuerte y seco por dentro, como de piedra.Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

— Tiene acero...

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

"Platero y yo" Advertencia de Juan Ramón Jiménez

ADVERTENCIA
A LOS HOMBRES QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS

Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para...¡qué sé yo para quién!...,para quien escribimos los poetas líricos...Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma.
¡Qué bien!
"Dondequiera que haya niños -dice Novalis-, existe una edad de oro". Pues por esa edad de oro que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta,y se encuentra allí tan a su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca.
¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta y, a veces, sin sentido, igual que el trino de la alondra en el sol blanco del amanecer!

EL POETA

Madrid, 1914.

PLATERO Y YO Juan Ramón Jiménez


El libro de "Platero y yo" me lo regalaron cuando estada en 2º grado de la escuela. Yo estaba cursando la primaria en la capital y debía mudarme para el interior, por lo que mi maestra me obsequió el libro con una dedicatoria y con las firmas de mis compañeritos de aula. ¡Cómo no ser una reliquia!


La maestra de aquel entonces era mi tocaya y escribió las siguientes palabras:
"A mi pequeña tocaya Olga como recuerdo por su paso por la Escuela Experimental de Malvín.
Deseamos que la frescura de Platero tierno, suave y dulce llegue hasta tí para no olvidarnos nunca.
Con todo cariño
Tu maestra y compañeros de 2º año A Olga Lydia Etchegaray de López"
A partir de ahí las firmas de mis compañeritos que actualmente serán cincuentones como yo, y con los cuales no tengo contacto.


Lo más interesante de la historia es que en mi niñez nunca llegué a leer el libro completamente, recuerdo que mi madre me leyó el capítulo LXV "La Muerte" y fue muy triste cuando Platero murió. Hace poco lo leí enteramente y es un libro precioso.
Aprovecho este espacio y saludo a mi ex-compañeros del 2º año A de la Escuela Experimental de Malvín de Montevideo con quienes tuve la oportunidad de pasar gratos momentos infantiles que perdurarán en el recuerdo.

La zorra y las uvas


Una zorra hambrienta se encontró un día ante la pared de un huerto, en el cual crecían unas vides soberbias. Algunos racimos gruesos y completamente maduros, asomaban por encima del muro y pendían hacia tierra.
Al ver aquel don de Dios, la zorra se relamió el hocico y murmuró:
-¡Si pudiese coger uno de esos recimos!
Se estiró, se levantó sobre sus patas traseras, saltó...; pero fue en vano. Las uvas se encontraban demasiado altas. Entonces, sacudió la cabeza y se alejó murmurando:
-¡No las quiero; todavía están verdes!

sábado, 10 de septiembre de 2011

El ratón de la ciudad y el de campo


Un ratón de ciudad y un ratón de campo eran muy amigos. Cierto hermoso domingo de primavera, el primero fue a visitar al segundo, que lo recibió con todos los honores.
Cuando llegó la hora de comer, lo llevó al campo para que comiese hierbas y espigas.
El ratón de la ciudad no quedó muy satisfecho de aquella comida tan sencilla, acostumbrado como estaba a las golosinas de la capital. Por ello, en el momento de despedirse, dijo a su amigo:
-El domingo próximo, ven a verme y haré que te hartes de manjares exquisitos; seguramente, después, no podrás resignarte a comer éstos.
El domingo siguiente, el campesino fue a la ciudad. Su amigo lo llevó enseguida a la despensa que le servía de habitación y lo puso ante toda clase de golosinas: tarros de miel, piezas de queso, largas filas de salchichas y gruesos salchichones. Pero el pobre ratón campesino, encerrado en aquella húmeda y obscura despensa, no sentía apetito, pues estaba acostumbrado al aire libre de sus campos. Sin embargo,para no parecer descortés, probó un poco de todo.
Estaban atacando una hermosa pieza de queso, cuando la puerta, que había quedado entreabierta, se abrió de repente, y apareció en el umbral un monstruo enorme, de largos bogotes y tiesas orejas.
-¡El gato!-exclamó el ratón ciudadano. -¡Sálvese quien pueda!
Y de un brinco penetró en un agujero abierto en la pared. El ratón campesino, con el corazón angustiado, le siguió en aquel refugio.
El gato avanzó por la habitación, olfateó el suelo, husmeó el aire, movió la cola, y después, volviendo sobre sus pasos, se marchó.
-Te agradezco tu hospitalidad -dijo entonces el ratón campesino, saliendo de su escondite. -Verdaderamente, aquí se comen manjares exquisitos; pero tenéis muchas emociones y poco aire. Prefiero mi campo. ¡Adiós, amigo!

Fábula: La cigarra y la hormiga


En un hermoso día de verano, la cigarra cantaba a voz en cuello en lo alto de un árbol, y mientras tanto, observaba los movimientos de algunas hormigas que iban y venían sin descanso por el terreno accidentado del bosque, acarreando provisiones para amontonarlas en sus almacenes subterráneos.
-¡Qué tontas-pensaba la cigarra.
-¿Por qué han de trabajar tanto, en vez de estar descansadas como yo, gozando de este sol maravilloso?
Llegó el otoño y después el invierno con sus días fríos, la lluvia, la nieve y el viento.
La pobre cigarra ya no encontraba nada que comer, y triste, con frío y hambrienta, pidió a las hormigas que le dieran algún grano.
-¿Qué hacías este verano mientras nosotras trabajábamos reuniendo provisiones para la estación mala?-le preguntó una hormiga.
-Cantaba...-contestó la cigarra, avergonzada.
-¡Ah, cantabas! Pues bien, baila ahora.

Formación del Universo


La tapa de este libro antiguo siempre me gustó. Es de una colección que tiene tres volúmenes y como somos tres hermanos nos tocó uno para cada uno. Esta es la tapa del volumen primero, el mío, por ser la mayor.
Forma parte de una colección llamada "El libro de nuestros hijos" y para mí es otra de mis reliquias favoritas.
En la figura, los planetas giran en una vorágine y se van desprendiendo del sol y así todos alineados revelan una figura fantástica.

Rima II


Saeta que voladora
Cruza, arrojada al azar,
Sin adivinarse dónde
Temblando se clavará;

Hoja que del árbol seca
Arrebata el vendaval,
Sin que nadie acierte el surco
Donde a caer volverá;

Gigante ola que el viento
Riza y empuja en el mar,
Y rueda y pasa, y no sabe
Qué playa buscando va;

Luz que en cercos temblorosos
Brilla, próxima a expirar,
Ignorándose cuál de ellos
El último brillará;

Eso soy yo, que al acaso
Cruzo el mundo, sin pensar
De dónde vengo, ni adónde
Mis pasos me llevarán.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Rima I Gustavo Adolfo Bécquer

Yo sé un himno gigante y extraño
Que anuncia en la noche del alma una aurora,
Y estas páginas son de ese himno
Cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre
Domando el rebelde, mezquino idioma,
Con palabras que fuesen a un tiempo
Suspiros y risas, colores y notas.


Pero en vano es luchar; que no hay cifra
Capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh hermosa!
Si, teniendo en mis manos las tuyas,
Pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Introducción Sinfónica Gustavo Adolfo Bécquer


Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo.
Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.
Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir con una vida obscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse, al beso del sol, en flores y frutos.
Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja un sueño de la media noche, que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones y ante esta idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida, y agitándose en formidable, aunque silencioso tumulto, buscan en tropel por dónde salir a la luz, de entre las tinieblas en que viven. Pero ¡ay! que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra; y la palabra, tímida y perezosa, ¡se niega a secundar sus esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes, después de la inútil lucha vuelven a caer en su antiguo marasmo. ¡Tal caen inertes en los surcos de las sendas, si cesa el viento, las hojas amarillas que levantó el remolino!
Estas sediciones de los rebeldes hijos de la imaginación explican algunas de mis fiebres: ellas son la causa, desconocida para la ciencia, de mis exaltaciones y mis abatimientos. Y así, aunque mal, vengo viviendo hasta aquí, paseando por entre la indiferente multitud esta silenciosa tempestad de mi cabeza. Así vengo viviendo; pero todas las cosas tienen un término, y a éstas hay que ponerles punto.
El insomnio y la fantasía siguen y siguen procreando en monstruoso maridaje. Sus creaciones, apretadas ya como las raquíticas plantas de un vivero, pugnan por dilatar su fantástica existencia, disputándose los átomos de la memoria, como el escaso jugo de una tierra estéril. Necesario es abrir paso a las aguas profundas, que acabarán por romper el dique, diariamente aumentadas por un manantial vivo.
¡Andad, pues! Andad y vivid con la única vida que puedo daros. Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis palpables; os vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa tejida de frases exquisitas, en las que os pudiérais envolver con orgullo, como en un manto de púrpura. Yo quisiera poder cincelar la forma que ha de conteneros, como se cincela el vaso de oro que ha de guardar un preciado perfume. Mas es imposible.
No obstante, necesito descansar; necesito, del mismo modo que se sangra el cuerpo, por cuyas hinchadas venas se precipita la sangre con pletórico empuje, desahogar el cerebro, insuficiente a contener tantos absurdos.
Quedad, pues, consignados aquí, como la estela nebulosa que señala el paso de un desconocido cometa, como los átomos dispersos de un mundo en embrión que aventa por el aire la muerte, antes que su Creador haya podido pronunciar el "fiat lux" que separa la claridad de las sombras.
No quiero que en mis noches sin sueño volváis a pasar por delante de mis ojos en extravagante procesión, exigiéndome con gestos y contorsiones que os saque a la vida de la realidad, del limbo en que vivís semejantes a fantasmas sin consistencia. No quiero que al romperse esta arpa, vieja y cascada ya, se pierdan, a la vez que el instrumento, las ignoradas notas que contenía. Deseo ocuparme un poco del mundo que me rodea, pudiendo, una vez vacío, apartar los ojos de este otro mundo que llevo dentro de la cabeza. El sentido común, que es la barrera de los sueños, comienza a flaquear y las gentes de diversos campos se mezclan y confunden. Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido. Mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales. Mi memoria clasifica, revueltos, nombres y fechas de mujeres y días que han muerto o han pasado, los días y mujeres que no han existido sino en mi mente. Preciso es acabar arrojándoos de la cabeza de una vez para siempre.
Si "morir" es "dormir", quiero dormir en paz en la noche de la muerte sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo a cuyo contacto fuisteis engendrados, y quedad en él como el eco que encontraron, en un alma que pasó por la tierra, sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus luchas.
Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran viaje. De una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia, para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanco, el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro.
Gustavo Adolfo Bécquer
Junio de 1868

NOTA: Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

Miss Bowles y su perro



Cuadro del pintor Josué Reynolds

jueves, 8 de septiembre de 2011

Las "Rimas" por Germán Berdiales


No hay noticia segura acerca de la fecha exacta en que Gustavo Adolfo Bécquer compuso Las Rimas. Sin embargo, cabe conjeturar, con muchas posibilidades de acierto, que ello ocurrió entre 1859 y 1868, dado que en aquel año aparece la primera de las Rimas -Rima XIII- y en este último el poeta entrega una copia manuscrita del libro futuro a uno de sus amigos.
Julio Nombela, su íntimo desde los días infantiles hasta los postreros de su vida, tan corta como tormentosa, afirma que las Rimas fueron escritas de 1859 a 1860 o, lo más, de 1860 a 1861.
Al producirse la muerte de Bécquer -1870-, sus cofrades y émulos, Ramón Rodríguez Correa, Augusto Ferrán y Narciso Campillo, organizan los materiales e imprimen el volumen incluyendo en él setenta y seis piezas.
Ahora bien, en la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva una libreta autógrafa, con referencia a la cual dice José Pedro Díaz en su largo y ponderado estudio: "Gustavo Adolfo Bécquer: Vida y Poesía"; "El manuscrito contiene setenta y nueve y no setenta y seis composiciones. Debemos suponer que, al darlo a la imprenta, sus amigos (Campillo, Rodríguez Correa Y Ferrán), eliminaron tres".
En ediciones posteriores -son innumerables las realizadas en España y en América-, se han hecho algunos injertos que resultaron apócrifos. Por nuestra parte, hemos creído conveniente ceñirnos a la primera edición, tanto en el número de piezas incluidas,como en el orden adoptado, pues también en esto difieren el volumen impreso en 1871 y la copia manuscrita que atesora la Biblioteca Nacional de Madrid.
Germán Berdiales

Maestro, escritor, poeta y periodista, Germán Berdiales es recordado como autor de una fecunda serie de textos escolares que incentivaron el hábito de la lectura.

"Mis Favoritos"


Dibujo de G.King (Inglés)

Rafael Fragueiro

Sobre el mármol funerario
que mis huesos cubrirá,
no pido inscripción ni flores...
una lágrima, no más!

Pero esa lágrima sola
que a mi alma bastará,
la han de verter tus pupilas
¡si acaso saben llorar.

Armando Vasseur

Despertéme obsedido
Por una sombra azul,
Que me hablaba al oído,
Como solías tú...

Llovía suavemente,
Y en la noche sin luz
Sentí besar mi frente
Como solías tú...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La gata y el loro de Teófilo Gautier

Tenía el pelo blanco, la nariz rosada, los ojos azules, y se llamaba Madama Teófilo por hallarse conmigo en los más amistosos términos, durmiendo al pie de mi cama, acurrucándose en el brazo de mi sillón cuando escribía, bajando al jardín para seguirme en mis paseos, asistiendo a mis comidas, e interceptándome a veces algún bocado al llevarlo con el tenedor a mi boca.
Cierto día, un amigo que debía ausentarse por breve tiempo, confió a mi cuidado un papagayo que tenía. El loro, al sentirse transportado a tierra extraña, se encaramó, valiéndose del pico, hasta el tope de su percha, y ya situado allí, silencioso y trémulo, comenzó a rodar los ojos, lleno de alarma.
Madama Teófilo no había visto nunca ningún loro, y aquel ser tan nuevo para ella, le causó evidentemente una inmensa sorpresa. Inmóvil, cual un embalsamado gato de Egipto, miraba al ave con aire de profunda meditación, evocando todas las nociones de historia natural que había podido recoger en los tejados, en el corral y en el jardín.
Cruzaba por sus ojos guiñadores la sombra de aquellos pensamientos y pude descifrar tan claramente como si hubiese hablado lenguaje humano, el resultado de su examen:
-Decididamente, este bicho tan raro no puede ser una gallina verde.
Llegada a esta conclusión la gata saltó de la mesa donde había establecido su observatorio y se agachó en un rincón de la sala, con el vientre contra el suelo, las patas adelantadas, la cabeza baja, los lomos extendidos, como una astuta pantera en espera de las gacelas que abandonan sus madrigueras para ir a apagar su sed en el lago.
El loro seguía aquellos movimientos con febril ansiedad; erizó sus plumas; hizo resonar su cadena; levantó agitado el pie y aguzó el pico contra el borde del comedero. El instinto le decía que había un enemigo dispuesto a cometer alguna maldad.
En los ojos de la gata, fijos en el loro con fascinadora intensidad, leíase en un lenguaje que el volátil comprendía perfectamente y no dejaba la menor duda: "Aunque verde,este pollo debe ser bueno de comer".
Seguía yo la escena con interés, pronto a intervenir cuando llegara el caso. Madama Teófilo se fue acercando al loro; agitóse su nariz rosada, entornó los ojos, abrió y cerró sus zarpas. Corríanle ligeros estremecimientos de arriba abajo del espinazo, como a un goloso que se relame ante un delicioso pollo trufado y deleitábase al pensar en el suculento y raro manjar pronto a ser engullido. Aquel plato extraño, tan nuevo para ella, despertaba su apetito. De pronto doblóse su lomo como un arco tirante y de un salto elástico llegó al pie de la percha. El loro, viendo el peligro que corría, exclamó con voz baja y solemne.
-¿Has almorzado, Jaime?
Esta frase causó terror indescriptible en la gata, que dio un salto atrás. Una banda de trompetas, un estruendo de bombos y platillos, un pistoletazo disparado al oído no le hubieran producido un terror más loco. Todas sus ideas sobre los volátiles estaban trastornadas. Su cara expresaba claramente la trastornadora idea que repentinamente le había asaltado:
-¡Éste no es un pájaro! ¡Éste es una persona! ¡Habla!
Entonces el papagayo comenzó a cantar, con voz ensordecedora,convencido de que el terror ocasionado por su discurso había sido su mejor medio de defensa.
La gata vino corriendo hacia mí, dirigióme una mirada de interrogación y como mi respuesta no le satisficiera, se metió debajo de la cama de donde fue imposible hacerla salir en todo el día.
Al siguiente, algo más valerosa, Madama Teófilo se aventuró a intentar otro tímido ataque, pero con igual fortuna que anteriormente. Desde aquel instante echó un velo sobre lo ocurrido y dio por indiscutible que el pájaro verde era un individuo a quien debía tratarse con respeto.
TEÓFILO GAUTIER
(Francés)

Teófilo Gautier (pronunc. Gotié) fue un brillante escritor francés del siglo XIX
(1811-1872). No se trata de una fábula, aunque hablen animales, o un animal.